Identidad Bonaerense

Menú

El camino más dulce: la producción de miel en la provincia de Buenos Aires

Virginia Arce
Virginia Arce
El camino más dulce: la producción de miel en la provincia de Buenos Aires
07/05/2025

En Escobar, en Coronel Dorrego, en Coronel Pringles, Coronel Suárez, General Pueyrredón. También en Tandil, en Olavarría, Saavedra, Maipú. Y las localidades de Tres Arroyos, en General Belgrano, en Exaltación de la Cruz, en Chascomús y en San Nicolás.  No se trata de un tour meramente turístico. Se trata de una extensa mancha productiva en el mapa de la provincia de Buenos Aires: la producción de miel.

En cada una de estas ciudades el sector apícola influye fuertemente en la economía local. Y esta pujanza que siempre está en movimiento se debe en gran parte a la buena apreciación que tiene la miel argentina en el mundo.

La actividad apícola bonaerense representa el 53 por ciento del total de la producción de miel del país. Los principales establecimientos están ubicados sobre las rutas nacionales 2, 3 y 9 y las provinciales 51 y 85. 

Este año la cosecha los productores opinan que habrá una buena cosecha, principalmente en el centro provincial. Si se analiza por regiones apícolas según las condiciones agroecológicas, las zonas se pueden identificar en: Región Metropolitana, donde el aumento es de un 35 por ciento, Región Delta, arriba un 27 por ciento, Región Norte con un incremento del 12 por ciento, Región Sudeste, 8 por ciento más, Región Noroeste 7 por ciento, Región Cuenca del Salado 6 por ciento más respecto de 2023 y Región Sudoeste 5 puntos arriba.

La Argentina cosecha unas 75.000 toneladas de miel anualmente. De ese total sólo se consume en el mercado interno entre un 10 y un 20 por ciento; en tanto que el 80 por ciento de lo que se vende al exterior es a granel. Según estadísticas de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura), Argentina se ubica entre los tres principales productores a nivel mundial, siendo el segundo exportador de miel.  El sector cuenta con un total de 1209 salas de extracción de miel habilitadas por el SENASA (datos de este organismo de 2021). El año pasado, en cambio la cosecha fue más pobre, sobre todo en la zona de la Cuenca del Salado que abarca la faja central y Noroeste de la Provincia y Sur de la Provincia de Santa Fé. Pero en el sudoeste bonaerense, el sur de Córdoba y en Santa Fe se logró una producción muy buena.

El productor Juan Cruz Hernández maneja el establecimiento La Colmena de Cristal en Sierra de los Padres. Es un negocio familiar que se fundó en 1978. Tienen 2500 colmenas en un radio de 50 kilómetros y locales propios. Emplean a diez personas. Los productores, en general, entienden que una colmena es, por decirlo de alguna manera, un “individuo”, mientras que cada abeja vendría a ser una célula de ese todo que es la colmena. Casi todos los testimonios de quienes trabajan con abejas, son laudatorios de esta especie. Son trabajadoras, organizadas, se procuran su alimento y ofrecen todo lo que tienen. Aunque en realidad se debería admitir que estos productores “obtienen” lo que ellas dan. La miel, este producto ambarino y mágico. Hernández le cuenta a Identidad Bonaerense que a raíz del cambio climático y del uso generalizado que se le da al glifosato, desde hace unos veinte años ellos se ocupan de alimentar a las abejas debido a que estos insectos ya no pueden conseguir su sustento directamente de la naturaleza. Y explica que “la fisonomía del campo cambió tras la llegada del glifosato. Por eso nosotros le damos proteínas a las abejas que tenemos. Hay menos diversidad en el campo. Hay que concientizar que la abeja es fundamental para todos los cultivos. Son las polinizadoras. Y así de flor en flor lleva el polen, fecunda la flor y dejan fruta o semilla en la propia naturaleza”. Es un proceso fundamental para la humanidad. Sin ellas todo empezaría a desaparecer lentamente. Ya hay avisos a nivel global de varias agencias multilaterales. La Colmena de Cristal produce una miel multiflora, clara y suave, producto de las praderas y montes del lugar. En sus características se diferencia de la miel de islas o de los montes como Córdoba. 

De las cosechas se obtienen mieles tanto multiflorales provenientes de praderas naturales o de montes nativos como las monoflorales más buscadas en el mercado, como es el caso de la de Algarrobo. El tipo de miel depende de la floración que es visitada por las abejas donde recogen el néctar y el polen. El néctar es el que da origen a las características organolépticas de cada miel (sabor, aroma, color) y los granos de polen son los que determinan el color que tendrá. Por ejemplo, la miel de cardo es muy clarita, mientras que la de eucalipto es bastante más oscura.  Cuando es buena, la miel cristaliza porque es un proceso natural del producto, que depende del contenido de fructosa o glucosa, más glucosa, cristaliza antes. Por ejemplo, la miel de cardo que se cosecha en el Delta, tarda casi dos años en cristalizar; y en el otro extremo tenemos la miel de flor amarilla del sudoeste de la provincia de Buenos Aires, que es una flor emparentada con la colza, que prácticamente en 10 días 15 días ya está cristalizada. 

Como sea, la miel es un producto ya incorporado a la dieta habitual de los argentinos. Un excelente complemento culinario. Y sobre todo, es el noble producto de este insecto, las abejas, dadoras de vida en un ambiente natural que sigue en jaque.