Marina Massone: el arte de la joyería en tierras bonaerenses
San Antonio de Areco es una ciudad de la provincia de Buenos Aires muy ligada a la tradición de grandes orfebres. Allí, la joyera y artista Marina Massone encontró su lugar en el mundo. Su casa es también taller y galería y un sitio ineludible para visitar y recorrer. Rodeada de objetos inspiradores, su trabajo se exhibe entre muebles antiguos, pinzas y herramientas, que conviven con sus cuadros, objetos y esculturas. "Tengo la casa invadida, tomada por mi arte. El que entra a mi casa, ingresa a mi mundo. Allí está el universo con el detrás de escena de cada pieza de joyería.”
Marina Massone comenzó su viaje creativo como diseñadora industrial. Después de recibirse, fundó su propio estudio de diseño y durante siete años se dedicó al interiorismo, al diseño de productos, stands y mobiliario para distintos clientes. Reconoce que el diseño industrial le dio las herramientas para mejorar y encontrar la funcionalidad para la vida. “El concepto de diseño no está solo en un producto sino en el estilo de vida, diseño para mejorar la situación, para que sea más eficaz y para que me tome menos tiempo. Tiene que ver con la mentalidad de mejorar”.
ARTE Y DISEÑO
Su camino en el arte y el diseño la llevó a investigar diferentes materiales como el metal, la resina, el pvc o el cuero, entre otros. Sin embargo, su vocación artística siempre estuvo buscando un espacio en el que poder expresarse en todo su esplendor. “Me encanta el diseño, pero también quería explorar las cualidades expresivas de los materiales, en el diseño uno tiene que ser funcional y yo quería explorar la parte artística”. Así se convirtió en una emprendedora reconocida en Argentina y en el mundo.
Fue la maternidad lo que la impulsó a tomar un giro inesperado en su vida laboral. Buscando tomarse un respiro de la intensidad de su trabajo, se anotó en un taller para aprender a diseñar y fabricar sus propias joyas. Así nació su primera colección que fue muy bien recibida y hasta recibió una convocatoria para exponerla en ArteBA, en un momento en que la joyería contemporánea era un concepto totalmente desconocido en Argentina.
MIRANDO AL MUNDO
Alrededor del año 2000 comenzó a exportar sus creaciones. El diseño de autor, explica, estaba dando sus primeros pasos en nuestro país. Ella estaba en la vanguardia de ese movimiento. A pesar de las dificultades iniciales, Marina no se rindió. Y fue por más, se animó a participar en concursos internacionales, fue ganando prestigio y su nombre comenzó a aparecer en las páginas de los libros de joyería, un reconocimiento que la posicionó definitivamente en la escena global. Esto la llevó a ser la primera argentina invitada a MAD, la prestigiosa muestra de joyería contemporánea en la ciudad de Nueva York.
Su trabajo ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales y varias de sus colecciones se han distinguido con el sello al Buen Diseño. Pionera en Argentina, siempre tuvo la versatilidad para enfrentar nuevos desafíos, buscando herramientas que le permitieran potenciar las cualidades expresivas de los materiales. Fue innovadora al utilizar bronce bañado en plata, cuando la mayoría de los joyeros trabajaba con plata 925, buscando así la manera de expandir sus piezas y llegar a más destinos.
ABRIENDO CAMINOS
Sus creaciones, objetos y piezas artísticas casi escultóricas lograron desafiar las normas de lo que venía proponiendo hasta entonces la joyería tradicional argentina. Y, además de desarrollar su marca personal, diseñó también colecciones para marcas de renombre internacional como Cacharel y Banana Republic. Sus joyas llegaron a lugares icónicos del arte, la moda y el diseño como el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, el Moma de Nueva York y el Moma de San Francisco, entre otros.
Además de las joyas, Marina sigue trabajando en piezas de decoración, mobiliario y luminaria, como parte de su exploración personal. “Muchas veces como resultado del trabajo me quedaban piezas y las transformaba en otra cosa. Mi intención era hacer una joya pero en el proceso pasaban tantas cosas que terminaba en otro tipo de objetos”. La obra de Marina Massone está compuesta por piezas orgánicas, voluminosas, tridimensionales, con movimiento y articulación. “Lo principal tiene que ver con los diálogos que tengo con el material, con el proceso, con mis estados de ánimo, mis percepciones, mis experiencias e intenciones a lo largo del tiempo. Hoy veo cómo se metió la joyería en mi vida más allá de la identidad de las joyas o del producto de diseño final. Estoy en una búsqueda de coherencia con mi propia vida”.
Con un espíritu inquieto y curioso, Marina da clases de joyería, capacita a artesanos en diferentes partes del país y a partir de su formación como coach, explora la manera en que las emociones influyen en los procesos creativos. Su diseño, cada vez más personalizado, tiene que ver con ese universo. Quienes se acercan a conocer su casa establecen una conexión integral con su proceso creativo. “Estoy trabajando en una nueva colección que va hacia una mayor conexión con las percepciones y experiencias personales. Me interesa y prefiero apuntar al proceso de realización de una joya de manera integral, con las emociones que puede representar, con la intención con la que se hace, y también con cómo y con qué se realiza. Hoy mi joyería refleja mi vida y mis sentimientos de una manera más directa y personal, aunque siempre estuvo vinculada a lo que me fue pasando”.